ENTREGUÉ LAS llaves de Maracaná y vivo desde el 1 de agosto en Isinbáyeva, mi noveno piso de alquiler desde que llegué a Madrid. Le he puesto este nombre por la razón de que creo que me vienen malos tiempos y las vallas del futuro ya no las voy a poder saltar con las meras piernas, como antes, salvo que disponga de una pértiga. Lo mejor de Isinbáyeva es que mis dos gatos se han habituado enseguida y en solo dos horas ya estaban frotándose contra mis piernas, señal de que les gusta tanto como a mí. Estoy baldada de hacer la mudanza a lo llanera solitaria, pero pocas veces me he sentido tan orgullosa de mi esfuerzo y feliz de mi buena suerte. Al final conseguí un piso mejor y más barato y para mí sola gracias a este secreto: mi casera tiene una hija trans y no se asustó ante mi Vanessa :)