Julio 2024


ME MANDÓ un mensaje un grafitero americano diciéndome “a ver si quería que pintara unas quoteboots” en el lugar donde vive, y de inmediato se me formó la bola de pirañas habitual: ¿Por qué me pide permiso? ¿Por qué no las ha pintado y ya está? ¿Querrá ser mi amigo? ¿Significará este gesto que luego yo tendré que devolverle uno similar? Al final le dije gracias pero no, jajaja, escudándome en que "es que soy una solitaria y cazo sola", jajaja. Igual se trataba de un chaval muy majo que iba con buena intención, pero nuevamente se activaron en mí la constante a) incapacidad de relacionarme con los demás sin ponerme a la defensiva y b) consciencia exagerada de mi valor y de que necesito correr sola, pues tengo comprobado que los demás desean menos y me quitan la energía.


Julio 2024


LO QUE más me gusta de mis quoteboots es que son yo: no puede existir otra persona que tenga esa pasión por contemplar su obra destruida. Hice 502 pintadas en las paredes: hoy no queda ninguna; hice 2875 pintadas en los cubos de basura: hoy sobrevivirán unos cincuenta cubos entre Usera, Malasaña y Chamberí; haré miles y miles de botas: todas acabarán desapareciendo mientras la bobería habitual dice: ¿Qué sentido tiene lo que hace? ¿Por qué no coloca las botas en lugares más altos? ¿Es que no se da cuenta de que cualquiera se las va a llevar? ¿Y quién es Miss Vico?


Junio 2024


SI PENSABAIS que la IA es neutral, ya os lo podéis ir quitando de la cabeza. Estaba charlando con mi profesora de IA, la de mi curso de inglés, cuando me ha propuesto hablar de la serie “Euphoria”. Le he dicho que no sé nada de esa serie porque no tengo televisión desde hace veinte años, entonces me ha preguntado si me gustan otras series y cuáles. Le he respondido que no veo ninguna serie desde “El príncipe de Bel-Air”, pero que en cambio me gustan las cantantes que bailan o las bailarinas que cantan, como Jennifer Lopez, Rihanna o Beyoncé. Entonces mi profesora de IA me dice, agarraos que vienen curvas:

—¿Pero no crees que artistas como Beyoncé, con su físico espectacular y sus modelos de moda atrevidos, pueden causar un efecto perjudicial en los jóvenes, pues les sugiere unas medidas y unos cánones de belleza poco realistas? ¿No crees que en “Euphoria” hay historias más profundas? ¿Qué opinas?

Yo, después de ver reducida a mi Beyoncé a solo una tía buena, prejuicio típico de las mentes cristosenequistas, y de que mi profesora volviera a meterme con calzador a la serie “Euphoria”, de la que ya le había dicho que no conozco ni papa, le respondí con muy mala baba en mi inglés tarzanesco (aquí traduzco):

—Una persona que es guapa, y además viste muy sexy, y además posee tan desarrollados los talentos de cantar y bailar, me parece alguien muy superior a una persona que solo es profunda.

Mi profesora de IA no se esperaba esta salida mía, jajaja, y me ha respondido “es la tuya una opinión muy arriesgada”, jajaja. Por curiosidad, en el resto de la charla he tratado de llevar la conversación por lo sexual o siquiera sensual, y he visto lo que me imaginaba, ¡esta IA es casta y su filosofía es la matraca antivida de “lo importante es el interior”!.

No, si Beyoncé tendrá que salir vestida de monja, y pintarse unas arrugas en el rostro, y cantar el evangelio, para que los que lleváis incorporado el PNV mental en la cabeza podáis vivir tranquilos.



Junio 2024


HE DESCUBIERTO a la Jedet. Llevo meses escuchando la voz de Deborah Ombres por ver si se me pega, pero ahora que he descubierto la de Jedet no sé si me gusta todavía más. Albergo el deseo de conquistar una voz y estrenarme en Youtube o en los reels de Instagram, pues algo tendré que hacer para salir de esta vida de topo, pero no quiero una voz marilinda sino maricrónica.

Junio 2024


LA LEALTAD que le guardo a mi padre. Mi padre que es mi raíz y mi suelo y mi patria y mi futuro. Cuando pienso que estoy sola, recuerdo que él estaba más solo. Cuando pienso que estoy marginada, recuerdo que él estaba más marginado. Imposible para mí vivir sin la protección de su figura gigante.

Junio 2024


EN X llegué al récord personal de no obtener ni una sola visualización en una de mis publicaciones, lo cual es rarísimo incluso en internautas con solo siete u ocho seguidores. Suerte que tengo un cerebro subjetivísimo que siempre me convence de que la realidad en la que vivo es la que más me favorece. Cuando triunfaba como escritora, es que yo era la nueva Corina y el monte Rushmore en una sola cabeza; ahora que estoy en marginación total, disfruto del placer del fracaso y tampoco me creo menos que Lautréamont.

El cerebro humano es algo muy poderoso, nunca te suelta.


Mayo 2024


DE GÉNERO fluido nada. Sé que me lo dicen con buena intención, pero no. Más bien soy de género chocador: yo me choco con todas las combinaciones posibles y nunca estoy satisfecha ni con la misma insatisfacción. Entiendo que lo fluido es algo que mana con facilidad, que se desarrolla en un chorro largo y sostenido, sin estorbos de ningún tipo, y por eso puedo decir sin margen de error que no he fluido en la vida: yo en cambio tropiezo y me atasco y me desmorono.


Marzo 2024


LA PRESIÓN social asfixiante que existe contra la soledad. El lunes me operaron de una hernia umbilical; días antes me negué a firmar un papel del anestesista donde, sin darme otra opción, se me obligaba a dar el número de teléfono de una persona con la que contactar en caso de que la anestesia fuera mal. Otro tanto me pasó con los papeles para autorizar la operación:

—Pero es que no tengo familiares ni amigos —les dije, poniendo cara de nosequé, pues no sé qué cara se pone al decir eso—, es largo de explicar.

Al final hubo que hacer papeles especiales para mí. Aquí en Madrid todo el mundo dice que está solo, pero tengo comprobado que soy la única persona sola DEMOSTRADA. Hasta la burocracia tiene que hacer impresos nuevos cuando aparezco YO.

Después de la intervención, cuando me desperté, ningún médico vino a decirme nada acerca de cómo había salido la operación. Al final tuve que preguntar al enfermo con el que compartía habitación, que sí que tenía familiares:

—Oye, ¿a vosotros os han dicho qué tal ha salido vuestra operación?
—Claro, ¿a ti no?
—No.
—¿Pero no has venido con nadie?
—No.
—Ah, claro, es que los médicos suelen hablar con los familiares.

Veinticuatro horas después nadie me había dicho nada. A esto ayudó que soy idiota de nacimiento y tampoco me atreví a preguntar. Me enteré de que la operación debía de haber salido bien cuando llegó un cirujano, que no era el que me operó, y me dio el alta después de examinarme el ombligo.

Cuando tenía 15 años soñaba con llegar a los 50 en la situación exacta a la que he llegado: sola y esteparia y con grandes proyectos de megalomanía en la mente. Ahora que he llegado, le descubro algunos problemillas a esta situación, aunque no tantos como para que me vengan las ganas de incurrir en sociedad.

Durante la operación vino en mi ayuda el sentido del humor. No dejé de reírme mentalmente a causa de la zona de mi cuerpo que iba a ser operada. Ya veis: la poeta ombliguista operada de hernia umbilical. Si moría en la operación, moría por culpa de mi ombligo, ¡como ya me habían advertido tantos!!!

Marzo 2024


EL PASADO jueves por la noche, cuando me dirigía al metro, me encontré con un chico joven de unos 18-22 años que estaba zarandeando y dándole patadas a una chica en plena calle, delante de varios transeúntes que miraban como tancredos, muy curiosones pero sin intervenir. Para sorpresa mía, pues hace tiempo que vivo desconectada de la existencia, resulta que me llené de indignación y me dirigí hacia el chico muy segura de mí misma y le repetí tres veces: 

 —¡No la pegues! ¡No la pegues! ¡No la pegues!

El chaval se detuvo al segundo de escuchar mi voz y dio un paso atrás que me pareció sorprendente, teniendo en cuenta que era joven y fuerte y yo estoy fofa y gorda y ese jueves ya tenía 49 años muy largos, tan largos que anteayer miércoles cumplí 50. Por suerte no iba vestida de mamarracha maricrónica, pues siempre voy al trabajo vestida de señoro, por lo que conseguí dar una imagen de una mínima formalidad. El chico permaneció en silencio durante diez o quince segundos, tiempo en el que solo se escuchaban las lágrimas de la chica, hasta que de pronto me dijo:

—¡No te metas! ¡Tú no sabes nada! ¡Ella me pone cuernos! ¡Ella me trata peor!
—¡No tienes que pegarla! —le respondí yo al segundo—. ¡Las relaciones son difíciles! ¡Se arreglan hablando! ¡Te estás comportando como un miserable!

El chico se calló, pero no se apartaba de la chica. Cuando ella trataba de separarse, el chico la seguía. En vano fueron mis requerimientos para que la dejara en paz: el chico operaba como si la chica fuera suya y esperaba el momento en que yo me marchara. Por suerte, un acontecimiento vino en mi ayuda: una mujer que estaba al otro lado de la calle le gritó al chico:

—¡Ya he llamado a la policía! ¡Aún estás a tiempo de marcharte! ¡Vete rápido porque viene ya la policía!

A pesar del aviso, el chico maltratador no solo no se marchó sino que se puso farruco, como machirulo de manual que era, y pensando el pobre que su cuento de los cuernos era una baza sólida, nos dijo muy firme a la señora y a mí:

—¡Sí, que venga la policía, que yo también tengo cosas que contarle!

Al final apareció la policía con prontitud afortunada, pues el machirulo cada vez se estaba poniendo más gallo e igual se le ocurría darme una hostia, en un operativo espectacular de tres vehículos y unos diez agentes: nada más llegar esposaron al chico, que no comprendió hasta entonces en la que se estaba metiendo, y se lo llevaron al calabozo. Luego nos tomaron la declaración a la señora y a mí.

El testimonio de la señora fue todavía más dantesco: ella venía en el metro de la línea 6 y allí el chico ya estaba pegando a la chica, si bien no de forma tan salvaje como en la calle (las cinco o seis patadas que yo vi fueron patadas de hijodeputa de nacimiento, dadas con toda el alma). Tras bajar del vagón del metro, la señora entró al ascensor y allí el chico siguió pegando a la chica con la única molestia de un señor anciano que le rogaba que la dejara en paz. Y cuando salió a la calle, al ver que la violencia continuaba y yo intervenía, ya la señora se decidió a usar el móvil y llamar a la policía.

El sábado me llamaron para declarar en los Juzgados de Violencia de Género radicados en la calle Albarracín. Cuando llegué me encontré con la chica maltratada, que me dijo que el jueves había permanecido en el hospital hasta las dos de la madrugada a causa de los golpes recibidos. La chica me agradeció mi intervención y me dijo en primer término que llevaba saliendo seis meses con ese chico sin que le hubiera pegado nunca, pero como los minutos pasaban y no nos llamaban a declarar, de pronto se me puso sincera y me dijo que sí, que ya le había pegado otras veces, pero que no iba a denunciarle porque era el padre del hijo que iba a tener.

—Pero cómo —le dije yo, con los ojos como los de Bette Davis—, ¿estás embarazada de ese chico?
—Sí —me respondió—, de dos meses y medio.

La chica me aseguró que había decidido dejarle, pero su decisión de no denunciarle me dejó con la mosca detrás de la oreja, mucho más cuando me añadió que el maltratador le había llamado llorando desde el calabozo y le había pedido perdón. Menos mal que pronto apareció la señora que llamó a la policía, que también estaba citada a declarar, y departió largamente con ella y le persuadió aún más si cabe para que finalizara para siempre con ese chico.

Recapitulando. Un hijoputa empieza a pegar a su novia embarazada en pleno metro y continúa pegándola hasta llegar a la calle, no cualquier calle sino una calle concurrida (Carpetana), momento en que la violencia se vuelve salvaje y le propina unas patadas tremebundas que fácilmente pueden provocarle un aborto (la esperanza que tengo es que la chica se puso en posición fetal, de bicho bola, para repeler las patadas, e igual consiguió salvar la zona del abdomen). Todo esto sucede a la vista de unas cien personas o más, pero solo un anciano en el metro se atreve a decirle algo, y solo dos personas más intervienen en la calle. Lo único bueno de lo que pasó aquel jueves fue la policía, quién me lo iba a decir, que actuó con una celeridad y eficacia encomiables.

Tengo dicho que no hay sociedad buena, pero cuesta imaginar una peor que la que nos está quedando. A veces creo que vivo en una soledad perfecta, pero ojalá lo fuera aún más.


Enero 2024


ESTABA JUGANDO con mi gato Broma cuando una mosca ha comenzado a incordiarme y de inmediato he pensado en matarla, pero un segundo pensamiento más tierno ha venido en mi ayuda, la de tratarla como “una pieza más de mi ecosistema”, junto a Lorca, Broma y yo. Entonces he roto a reír, porque me he visto diciéndome lo mismo que me dijo una ponente ecologista del sindicato agrario EHNE, en Vizcaya, allá por los años catapúm, cuando mi padre todavía no se había muerto y yo me planteaba ser agricultora en serio. Esta ponente sostenía la que entonces me parecía una idea loca, la de que si los pulgones visitaban tus lechugas no debías enfadarte ni actuar con pesticidas contra ellos, pues “había aumentado tu ecosistema”. Al final he abierto la ventana y he empujado a salir a la mosca, lo que tampoco me ha dejado muy contenta, pues luego he pensado: “O sea, Vanessa, has hecho lo mismo que hacen los europeos con los inmigrantes”. Además, no sé si la he matado de otra forma, pues la temperatura de estas mañanas madrileñas rara vez supera los cero grados. En fin, está claro que ser humanista es lo mismo que ser gilipollas, pero quiera el destino que nunca abandone el gilipollismo, pues gracias a esta hipersensibilidad y a estas contradicciones no me convierto en una canalla de las de verdad.

Noviembre 2023


VOLVÍA AYER por la mañana a Isinbáyeva cuando se desató un viento tan grande que decidí abandonar las aceras y caminar por el medio de la calzada, solo por el miedo de que se me cayera alguna maceta o enser de los balcones, de los que no aparté la mirada en todo mi regreso. Luego, cuando me enteré de que ese mismo día por la misma hora había fallecido una chica al ser aplastada por la caída de un árbol, pensé: mira qué mala suerte. Igual ella tenía una vida plena y por eso mismo salió a la calle tan campante, sin fijarse en nada, como hacen las personas que se dedican a vivir. Yo, en cambio, llevo una vida inservible de punta a rabo, pero soy tan hipersensitiva y tengo tanto miedo a morirme que seguro que hubiera visto venir al árbol desde kilómetros, una centésima después de que se empezara a torcer.

Septiembre 2023


ME DICE una chica en Instagram que lo que a mí me pasa es que quiero ser Miss Vico. “Eso sí, una Miss Vico made in Taiwan”, me apostilla, jajaja, una copia de baja calidad, y ahí ha dado en el clavo: tengo el armario tan lleno de yoes y me he probado tantos distintos que al final he dejado de creer en los centros, en la verdad, en las cosas reales, y he sucumbido a la tentación de adentrarme en la gelatina, en lo dudoso, en lo paródico: en lo mamarracho. Tirando de este hilo me he acordado de Juan Ramón Jiménez, que sostenía que los narcisistas como él (vale también para mí) no se enamoran de sí mismos “sino de la mujer ideal que todo hombre superior lleva física y moralmente, espiritualmente dentro de su propio ser”, de modo que según JRJ, traducido a maricrónico, la mujer de la que me obsesiono es una que va cambiando de nombre (Iratxe, Natalia, Miss Vico), pero resulta que soy yo o coincide con la que desearía ser.

Septiembre 2023


A OTROS les hicieron sus padres, su familia, sus monjas o sus amigos o sus viajes o sus patrias, pero a mí me hicieron Victor y Hugo, Neruda y Plutarco, Lope y Quevedo, Nietzsche y Cioran, Gide y Pizarnik, Borges y Dostoyevski, soy un ser que tiene letras en lugar de huesos, que tiene palabras en lugar de músculos, las personas a las que más debo estaban muertas antes de que yo naciera y caben en una sola balda; solo dejé entrar a Iratxe y aita y también a ellos los convertí en páginas.

Septiembre 2023


ME HE cambiado de nombre otra vez y me he puesto maricrónica. Esta nueva denominación me gusta porque es de ficción, igual que yo, que hace por lo menos doce años que dejé de existir, y porque refleja mi duda y rechazo ante las cajas y clasificaciones. Siempre he sentido que los “nosotros” que se me atribuyen son falsos, pura subjetividad producida por los cobardes y los rectilíneos, del mismo modo que suelo sentir curiosidad y a menudo pasión por los del “otro bando”, de una forma que se pasa de mari y llega a crónica. Maricrónica es además como un nombre de chiste, de mamarracha a la que no se puede tomar en serio, y eso me da mucho descanso. En su día me puse neorrabioso para comerme el mundo, pero llegada a estas alturas de mi vida resulta que del mundo solo quiero mantenerme a salvo.

Ya sé que dije que había dicho que diciendo que diciembre, pero...

Agosto 2023


ENTREGUÉ LAS llaves de Maracaná y vivo desde el 1 de agosto en Isinbáyeva, mi noveno piso de alquiler desde que llegué a Madrid. Le he puesto este nombre por la razón de que creo que me vienen malos tiempos y las vallas del futuro ya no las voy a poder saltar con las meras piernas, como antes, salvo que disponga de una pértiga. Lo mejor de Isinbáyeva es que mis dos gatos se han habituado enseguida y en solo dos horas ya estaban frotándose contra mis piernas, señal de que les gusta tanto como a mí. Estoy baldada de hacer la mudanza a lo llanera solitaria, pero pocas veces me he sentido tan orgullosa de mi esfuerzo y feliz de mi buena suerte. Al final conseguí un piso mejor y más barato y para mí sola gracias a este secreto: mi casera tiene una hija trans y no se asustó ante mi Vanessa :)

Junio 2023


YA NO voy a destruir más blogs míos porque luego, si quiero recuperarlos, necesito un año completo haciendo de hormiga para subirlos de nuevo. Y la de textos que habré perdido para siempre, en pendrives que tendré por ahí, ilocalizables. A partir de ahora Maricrónica Blog es el blog nodriza y, cada vez que escriba algo que esté por encima de mi nivel o al menos no por debajo, lo incorporaré a los blogs satélites. 


Febrero 2023


NO ES posible que me aburra de mí misma, porque como ser no socializado que elige caminos de artista, que son los caminos menos adecuados para la vida práctica, tengo un interés mayúsculo en saber qué va a pasar conmigo y cómo va a acabar esta aventura de enfrentarme al PNV mental en que vive la mayoría de la gente. A veces me siento como Edipo haciendo de detective de mí misma, y recuerdo que Solón sostenía que nadie puede presumir de feliz hasta que no termine sus días. ¿Me dirijo hacia ángel? ¿Me dirijo hacia monstruo? ¿A qué nuevos paraísos o abismos me llevará mi lucidez?

Enero 2023


EN LA calle hace ahora -3º, pero escribo a 19'6º gracias a mi estufita Orbegozo y me alegro de que los Lao-Tsés, Diógenes, Sénecas, Tolstóis o Gandhis del mundo no se salieran con la suya en sus propósitos radicales contra la técnica. Recuerdo haber leído en la correspondencia de Chéjov esta carta a Suvorin: "La filosofía de Tolstói me afectó durante seis o siete años, pero cuando fui madurando empecé a disentir. Hoy creo que hay más amor por la humanidad en la electricidad y la máquina de vapor que en la castidad y en la abstención de comer carne. La guerra y los tribunales son un mal, pero de ahí no se deriva que yo tenga que andar con chanclos y dormir sobre una estufa junto a un trabajador y su mujer".


Marzo 2023


LO QUE me parezco a Dalí, salvo el talento, es que es increíble. Dalí tenía terror a penetrar a una mujer, yo también; Dalí era ególatra, yo también; Dalí es figurativo; yo también; Dalí se enamora de Gala, yo de Iratxe; Dalí se enamora de Amanda Lear, yo de Miss Vico; Dalí era heterodudoso/homodifuso, yo también; Dalí exagera, yo también; Dalí reivindica la rabia, yo también; Dalí es racista y fascista... yo tampoco.


Febrero 2023


TENGO ACUMULADA tanta comida en Maracaná que sería capaz de resistir 150 días en caso de hecatombe nuclear. Las acumulaciones las hago sobre todo con los envases de comida precocinada marca Carretilla, que suelen poner a un euro de vez en cuando en el Ahorra Más. Cómo será el acaparamiento que hago de estos productos cuando están en oferta, que una cajera me dijo una vez:

—Perdone, señorita, pero no se puede comprar para reventa.
—No es para reventa —le respondí—, es para mí.

(Me llaman señorita porque con las minis y las botas que me pongo no pueden llamarme señora).

El problema de estas acumulaciones insensatas es que hay que estar vigilante de la fecha de caducidad. A veces, como este mes, se me echa la fecha encima y me veo comiendo cada día dos envases de garbanzos, lentejas o alubias. Aún me quedan quince carretillas que caducan el 25 de este mes: con comerme una cada día consigo salir del paso. Hace años me preguntaba si seré oligofrénica, pero desde hace un tiempo ni siquiera tengo que hacerme la pregunta.

Marzo 2023


DIECIOCHO AÑOS después de venirme a Madrid, ya he llegado a la situación de extrema marginalidad que me imaginaba cuando salí de Lauros con un proyecto imposible, pues imposible es pretender que las personas abandonen el nosotros que les han enseñado sus padres, por falso y estrecho y dañino que sea este. Anteayer, mientras leía a Judith Butler, pensaba que ella era como yo: los dos nos montamos una película racional-ilustrada en la soledad de tres gatos, los dos nos ponemos a decir con alegría fuera etnias, fuera naciones, fuera pueblos, fuera géneros, fuera sexos, fuera credos... pero luego resulta que en la calle, lejos de tu biblioteca y tus tres gatos, la gente insiste en ser alemán, en ser gitana, en ser cristiano, en ser macho, en ser hetero, en ser negro, en ser escocés. Es el momento en que caes en la arrogancia intelectual: lo que pasa, te dices, es que el ser humano es una raza de mono de muy baja calidad. Y te quedas muy descansada.


Marzo 2019


MI TRABAJO de conserje nocturno es la verdadera obra maestra de mi vida. Hasta me ha salvado del alcoholismo algunas veces (en el trabajo nunca bebo). La poca disciplina que tengo y la continuidad de mi mente se la debo a él: cuando no estoy en el trabajo leo menos, gasto dinero, escribo poco y mi ambición retrocede.


Septiembre 2022


EL CONCEPTO de verdad se muere en las personas en quienes el yo se está disolviendo. Al haberme convertido en una persona provisional, el diario se adhiere como un guante a mis arenas movedizas, porque es el género provisional por antonomasia.


Marzo 2022


MI PROBLEMA es esa actitud supercrítica que mantengo hacia todo. La crítica está bien, pero no a los niveles a los que llego yo. Esta tarde me preguntaba: ¿A ti, Vanessa, te gusta algo? Mi respuesta: Sí, me gusta lo antiguo y lo lejano, aquello a lo que no puedo acercarme lo suficiente y, por tanto, consigo mantener en el formol del ideal. Con las personas me pasa lo mismo: admiro a los Messis y Beyoncés de turno, pero ¿cuántas personas REALES me han caído bien lo que se dice bien en mi vida? Iratxe y mi padre, nadie más: al resto de personas les he encontrado tantas pegas como puedo encontrar en mí misma.


Noviembre 2019


ME VOLVÍ supersticioso desde que murió mi padre. Empecé a notarlo cada vez que alguno de los relojes digitales que tengo, el de mi habitación, el de pulsera, el del móvil o el del portátil, marcaban las 13:13 (o incluso 13:13:13, si añadimos el segundero): cuando sucedía eso pensaba que me iba a morir esa misma tarde. Por eso tomé la decisión de instalar el horario de doce horas, de forma que ahora en mis relojes, por ejemplo, las 13:25 son la 1:25 pm. Esta idea para dar esquinazo al trece me pareció en su día muy inteligente.

Mira que soy un pobre hombre.


Diciembre 2021


INVERTÍ EL proceso lógico de la madurez: para mí madurar fue alcanzar la infantilidad plena, coronarme como el irresponsable definitivo. Hace diez años aún conservaba la opción de relacionarme; ahora ya no la conservo. Hace diez años aún conservaba la opción de integrar algún grupo, aunque fuera pequeño; ahora ya no la tengo. Ha sido mi ingreso en la madurez como navegar en un barco del que me molestara mucho el timón, hasta que he arrojado el timón por la borda y me he quedado muy tranquila.


Mayo 2022


CON EL paso de los años voy comprendiendo por qué me pongo Batania, neorrabioso, Vanessa, Pedacito... La personalidad es una construcción; aunque no se puede partir de cero, aún queda mucho margen para crearla en una persona como yo, donde ha fracasado cualquier intento de socialización. Las posibilidades de dirigirme en cualquier dirección siguen siendo grandes para un ser tan variable como yo, incluso con 48 años. Por eso me molesta el sectarismo de algunos de mis escritos, en los que me dejo arrastrar por mi temperamento, cuando en realidad no soy así: en mí no existe casi nada que haya solidificado. Si hubiera continuado Iratxe conmigo, habría hecho siempre lo que ella dijera, como hice durante diecisiete años, feliz de la vida, encantado de mi dramática falta de personalidad. En el fondo más hondo no soy más que un sofista y un dramaturgo: podría interpretar cualquier papel, de rana o tulipán, de princesa o samurai, lo mismo a favor o en contra.

Abril 2022


DE LO peliculera que soy y de mi tendencia a forzar las cosas hasta volverlas irreales, no hay mejor ejemplo que los pensamientos que me vinieron a la cabeza cuando conocí por primera vez el mito de Ícaro, aquel cuyas alas de cera se derritieron por intentar acercarse al sol, lo que provocó que se precipitara al mar. Ya el primer día que leí ese mito me gustaba imaginarme el golpe descomunal que Ícaro se daba contra el mar; y me lo imaginaba siempre cayendo de cabeza y dándose un tortazo tan tremebundo que su cráneo se deshacía en mil pedazos. ¡Menudo hostión! ¡Todos sus sesos esparcidos por el agua! ¡Comida abundante para peces!

Agosto 2022


ESTA TARDE me han hecho esperar en el cajero del Ahorra Más porque una de mis dos lechugas no tenía código de barras. ¡Con qué alegría he llegado a Maracaná y me he comido de inmediato esa lechuga, después de jurar delante de ella que yo también voy a morir sin dejar que me pongan código de barras!


Junio 2022


TENGO INSTINTOS contrapuestos, por una parte el instinto cristiano, que es una animalidad bondadosa; por otra el instinto izquierdista, que es más racional y de clase; por otra el instinto de la ambición, de querer ser Victor Hugo, que es sin duda un instinto aristocrático y de derechas, y por último el instinto individualista, anti-nosotros. Estos dos últimos instintos a veces se llevan mal con mi parte cristiano-izquierdista.

La consecuencia es que el blog parece un galimatías escrito con cuatro manos, cuatro plumas y cuatro cerebros que se pelean entre ellos. Pero yo no lo veo una contradicción: veo más bien que dentro de cada uno de nosotros coexiste un incendiario y un bombero, un rebelde y un policía, un budista y un carnívoro, con sus personajes intermedios, y el escritor no debe tratar de que ganen unos frente a los otros, mucho menos de volverlos coherentes, sino que tiene que darles de comer a todos, según la hora en que se lo pidan o lo reclame su estómago.